Con gran disgusto he de reconocer que una persona querida y apreciada en principió no se salvará. Dice tantas cosas en contra de la Iglesia, blasfema tanto... y esta mañana lo ha hecho en contra del Espíritu Santo. Esta persona ahora está enfermo, se encuentra mal del estómago y puede ser cáncer. Es ateo, era luterano pero dejó de pagar el impuesto por su falta de fe. Sé que no se convertirá, sé que no cambiará, sé que mantendrá sus palabras hasta el final de su vida; que no cree en Dios y que no quiere ser salvado de nada. Qué lástima, que pena tan grande , otra vida que se pierde.